En nuestra vida de creyentes quizás una de las sorpresas más grandes que podemos tener, es que lo que estábamos esperando se concrete pero de una manera totalmente distinta.
Muchas veces nos imaginamos situaciones que creemos que serán una bendición para nuestras vidas y en cambio se producen hechos totalmente diferentes.
Por qué nos equivocamos de esta manera? Tal vez porque obramos desde la perspectiva personal, analizando lo que creemos que será lo más conveniente olvidando el Propósito de Dios.
Esta es la gran cuestión. Debemos ser prudentes en nuestros planteamientos con relación al futuro, para no cometer errores de apreciación que nos lleven al desencanto.
No es Dios el que falla o se equivoca. Somos nosotros mismos que en nuestro afán nos imaginamos cosas o situaciones, que están alejadas del Plan del Eterno.
No existe una fórmula infalible para no cometer esta clase de errores. Pero si existe un Camino perfecto: Es el de orar en todo tiempo y circunstancia, para que el Espíritu nos revele la Verdad.
No nos dejemos llevar por nuestras ilusiones o nuestros afanes. Pensemos que Dios siempre tiene lo mejor para nosotros y que no siempre coincidirá con lo que nosotros creemos que es lo bueno.
Salmos 138:8
Diego Acosta García