Una persona hizo una reflexión que nos ha causado un gran impacto, porque sintetiza una forma de ser de quienes nos llamamos creyentes, que es francamente notable.
Se trata de quienes el domingo vivimos intensamente el Culto, honramos y alabamos al Señor, disfrutamos de nuestra condición de hijos de Dios y disfrutamos de reunirnos con nuestros hermanos de la fe.
Pero que ocurre a partir del lunes? Que ocurre durante el resto de la semana? Nada, simplemente nada. Nos centramos en nuestras preocupaciones y nuestros afanes.
Los hermosos momentos del domingo quedan en el olvido o son motivo de comentarios con otras personas, pero de lo espiritual no queda nada, porque nuestra vida personal es muy exigente.
Esto nos recuerda el día que alguien comentó que no podía dar el diezmo porque no le alcanzaba el dinero. Entonces le dijimos: Cuando entregues el diezmo al Señor, es entonces cuando te alcanzará el dinero.
Este es un caso parecido: No creceremos espiritualmente mientras nos limitemos a vivir el domingo y nos olvidemos de las bendiciones recibidas durante el resto de la semana.
Pensemos: Y si Dios obrara igual? Si solo se acordara de nosotros solamente los domingos? Que nos ocurriría? Seamos fieles con las cosas de Dios porque Él es siempre Fiel con nosotros.
Salmos 117:2
Diego Acosta García