Cada vez es mayor la frecuencia con la que hermanos de la fe denuncian a supuestos profetas o predicadores, poniendo de manifiesto sus mensajes errados, tergiversados o manipuladores de la Palabra.
Cada vez es mayor la alarma que producen estos hombres y mujeres que en distintas latitudes, proclaman supuestas semiverdades que sabemos son las peores mentiras.
Cabe preguntarse: Por qué es necesario estar preparados para discernir qué es lo bueno y distinguirlo de lo malo? Por qué debemos estar alertas ante la aparición de un mayor número de falsos profetas?
Las respuestas se pueden sintetizar en una sola: Porque esa es la advertencia que nos dejó el Señor Jesús, con relación al final de los tiempos, cuando reveló las señales a los discípulos.
Las palabras engañosas casi siempre son las más atractivas, las que seducen y las que nos llevan por los falsos caminos que solo conducen a la perdición.
Por tanto no es algo que deba sorprendernos o atemorizarnos, pero sí es una situación para la que debemos prepararnos con el máximo rigor, confrontando con la Palabra todo lo que escuchamos.
Debemos ser fieles en la observancia de la advertencia del Señor Jesús, porque de ello depende no solo nuestra integridad como creyentes, sino también la obligación de guardar a los nuevos hermanos en la fe.
1 Juan 4:1
Diego Acosta García