LOS HECHOS

Generalmente nuestras palabras rebozan firmeza y contundencia con relación a las cosas de Dios, pero las palabras son solamente palabras si no están acompañadas por los hechos.

Nos podemos constituir fácilmente en grandes fiscales de la vida de los demás, pero siempre tendremos sobre nuestras vidas la necesidad de confrontar nuestros propios hechos.

Por estas razones la Palabra de Dios nos recomienda la mesura, la prudencia, ser sensatos y tener el máximo cuidado con nuestras palabras para no caer en graves errores.

Si verdaderamente creemos que somos superiores a los demás por nuestra vida espiritual, también tendremos que mostrar que nuestra vida es superior a la de las demás personas.

No será solamente cuestión de declaraciones sino también de poder ejemplificar con el testimonio de nuestra conducta, que lo que decimos es lo que hacemos.

Tristemente nos encontramos con casos que atribulan nuestro corazón porque pensamos que quienes tienen determinados comportamientos, se están exponiendo al Juicio, no de los hombres sino al de Dios.

Tal vez la mansedumbre y la humildad sean el mejor camino no para juzgar a los demás, sino para ayudar a los demás a superarse y encaminar su vida espiritual.

Cada vez que juzguemos tendremos que demostrar que lo hacemos con el respaldo que nos otorga nuestro propio testimonio y entonces y solo entonces, sí podremos decir que predicamos con el ejemplo.

Job 16:19
Diego Acosta García

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