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NOTAS DE LA REFORMA / 44
2 de Febrero de 2017
El superior de los agustinos, una vez que el joven fraile fuera designado catedrático de Filosofía en la Universidad de Wittenberg, comenzó a pedirle que predicara.
Lutero hasta llegó a darle quince argumentos para negarse, alegando fundamentalmente que no era cosa de más o menos importancia hablar a los hombres en nombre de Dios.
Estaba alegando acerca de su incapacidad para dirigirse a los fieles y llevarles el mensaje que estaban esperando, pero siempre en el nombre del Creador.
Finalmente el fraile cedió a las pretensiones de su superior en la orden y predicó primero en el convento y luego en la catedral de Wittenberg.
El resultado fue tan importante, que las autoridades de la catedral confirmaron a Martin Lutero como su predicador. Esta decisión tuvo sus consecuencias: Determinó que además de llevar el mensaje a los fieles, debía convertirse en confesor y de esta manera aliviar sus conciencias.
Esto significaba comenzar a tener directa relación con los hombres y las mujeres de Wittenberg, lo que más tarde lo llevaría a conocer y comprender todo lo relacionado con la venta de las indulgencias que impulsaba el papa romano.
Diego Acosta