El pasaje de la mujer que estaba enferma de flujo de sangre es uno de nuestros preferidos, porque podemos sacar un doble ejemplo de fe y de determinación.
La mujer no solo sufría desde hacía doce años en su cuerpo, sino que también estaba considerada impura según las normas del Libro de Levítico y por tanto había sido apartada de la sinagoga y tampoco podía entrar en el Templo.
Estaba enferma y además debía cumplir con las normas de su pueblo. Pero la mujer había oído acerca de los milagros de Jesús y creyendo en su Poder tomó la decisión de buscarlo.
Cuando lo encontró en medio de la multitud que lo seguía, pensó que con tocar su manto bastaría para ser sanada de su dolencia física y de su condición de impura.
Finalmente tocó el manto y Jesús percibiendo lo que había pasado, preguntó quién lo había hecho. La mujer, así como no dudó del Poder que tenía para sanarla, tampoco dudó de su Poder para saber quién lo había tocado.
Con la misma firmeza con que tocó su manto y aun temiendo y temblando, se identificó de rodillas ante Jesús. Fue así como recibió la salvación y la sanidad.
Seríamos capaces de hacer lo mismo? Tocaríamos el manto de Jesús y nos haríamos responsables por haberlo hecho? Las grandes decisiones solamente se basan en la fe!
Diego Acosta García
Música: Neide Ferreira
Marcos: 5:25-34