En el infinito manantial de sabiduría que es la Biblia, podemos leer en el Libro de Ester el protagonismo de su tío, que con su conducta pudo influir en el destino de su pueblo.
Mardoqueo no se arrodillaba ni se humillaba ante el poderoso y siempre fue fiel a su Dios, arriesgando la vida para ayudar a su pueblo cuando llegó el momento de obrar.
Si reflexionamos sobre la vida de este hombre, bien podríamos concluir que todos sus actos no fueron propios de un hombre fuera de lo común, pero sí fueron propios de un hombre con temor de Dios.
En estos difíciles tiempos que nos toca vivir es bueno que recordemos los propósitos que el Eterno  tiene para cada de nosotros, para que seamos fieles a los principios establecidos.
No nos debemos arrodillar ni humillar ante los poderosos y cuando llegue la ocasión debemos permanecer firmes en nuestras convicciones para poder ser un instrumento idóneo del Señor.
No estamos en el mundo para agradar a nadie, ni para convencer a nadie, pero sí estamos para cumplir con lo que el Eterno nos mande, sabiendo que solamente así seremos siervos fieles.
La Biblia reconoce el servicio que Mardoqueo prestó a sus hermanos, pensando en el bien estar de los hombres que habían nacido judíos igual que él. Así debemos obrar, pensando en el bienestar de los demás!
Ester 10:3
Diego Acosta García