Los seres humanos somos capaces de auténticos prodigios cuando se trata de hacernos planteamientos relacionados con nuestro pasado y nuestro futuro.
Es razonable que haya quienes tengan nostalgia por el pasado y entonces los domine un sentimiento de melancolía, por lo que es irrecuperable e irrepetible.
Pero que ocurre cuando miramos al futuro con melancolía? Como es posible que tengamos un comportamiento de este tipo? Tal vez porque no hemos entendido algo fundamental.
Cuando nos convertimos y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Señor de nuestra vida, debemos nacer de nuevo, es decir dejar morir al hombre viejo y a la mujer vieja en las aguas en las que nos sumergimos.
Esto es lo que debería haber ocurrido. Pero si no ocurrió entonces vivimos en una permanente contradicción entre el pasado y el futuro, entre lo que fuimos y lo que debemos ser.
Es indudable que esta clase de vida espiritual nos llevará por cualquier atajo o desvío y nos iremos apartando lentamente del Camino verdadero, el único posible.
No miremos con melancolía el futuro, porque si de algo debemos estar esperanzados es de nuestro futuro, así que lo debemos esperar con alegría porque lo mejor está por venir.
Isaías 35:1
Diego Acosta García