Tristemente tenemos que hablar de como el mundo influye en la Iglesia, dejando al descubierto el grave incumplimiento de quienes nos proclamamos seguidores de Jesús.
No influimos, somos influenciados!
Los memoriosos hablan de lo que ocurrió cuando el hombre llegó a la luna: Fue la moda de Daniel y sus profecías.
Medio siglo después, seguimos con las modas. La última es la de predicar colocándose sobre los hombres el manto que utilizan los rabinos en los cultos.
Ni aquello ni Daniel ni esto del manto, tiene que ver con la misión que nos encomendó el Hijo del Hombre. No es con estas actitudes que llevaremos el Mensaje de Salvación hasta los confines de la Tierra.
Antes bien, estamos revelando nuestra escasa convicción en aquello que tenemos que predicar, cuando nos abandonamos con solemnidad a los excesos de cualquiera que se quiera distinguir con presuntos mensajes proféticos.
Es tiempo de pedir perdón y volver a las fuentes desde donde fluye la Vida y abandonar toda forma de idolatría, disfrazada de falsas revelaciones.
Volvamos a Jesús!
Mateo 24:4
Respondiendo Jesús, les dijo:
Mirad que nadie os engañe.
Mateus 24:4
E Jesus, respondendo, disse-lhes:
Acautelai-vos, que ninguém vos engane.
Diego Acosta / Neide Ferreira