En las horas difíciles es cuando los necios parecen florecer. Es una causa-efecto, porque cuando más debería prevalecer la prudencia es cuando aparecen los que inducen a actitudes erradas y fuera de lugar.
Un imprudente puede provocar graves situaciones, porque su falta de razón es contraria a los principios más elementales. Precisamente en los momentos en que más nos deberíamos aferrar a ellos.
Ser terco y porfiado cuando se requiere mesura y tino, es obrar para que otras personas se confundan, a causa de sus pocos fundamentos o porque no son capaces de salir por sí solas de la desorientación.
Como agravante de esta situación podríamos hacer notar que los necios siempre actúan con presunción de saberlo todo, aunque sean unos ignorantes. Pero precisamente porque obran con presunción siempre encontrarán quienes los escuchen.
La Palabra de Dios fuente de infinita Sabiduría para los hombres nos advierte acerca de los necios y de su forma de obrar. Por eso nos aconseja que nunca respondamos a un necio de acuerdo a su necedad.
Los sabios en su propia opinión solamente merecen respuestas inspiradas por el Espíritu, para no caer en disputas estériles y contraproducentes.
La Biblia nos advierte que el necio siempre vuelve a su vómito, obrando igual que el perro que hace lo mismo. Seamos sabios! No demos al necio oportunidad para que manifieste su necedad y pueda afectar a quienes no están firmes en los principios del Eterno!
Proverbios 26:1
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira