Inadvertidamente escuchamos la pregunta que una creyente le hacía a un hermano: Como podemos saber cuando una persona está necesitada de nuestra ayuda?
No escuchamos la respuesta pero si nos sentimos preocupados por la duda, porque trasuntaba la dificultad que tenemos cuando decidimos que debemos ayudar al prójimo.
A veces nos sentimos cohibidos por acercarnos a alguien para ofrecerle lo que tengamos para darle. Tal vez porque se pueda percibir que lo hacemos sin convencimiento ni con la humildad necesaria.
O puede ser que en fondo no dejemos de tener una actitud de arrogancia frente a quienes se encuentran en una situación personal peor que la nuestra.
También puede ocurrir que nuestra actitud lo único que revela es que estamos precisando calmar nuestra conciencia, como ocurre muchas veces cuando ofrendamos de lo que nos sobra.
Ayudar al necesitado tiene una sola condición: Hacerlo sin que nadie lo sepa, como un acto personal e íntimo de solidaridad, para que verdaderamente sea una demostración de amor y misericordia.
Recordemos como Jesús se acercaba a quienes lo precisaban, con decisión y sin importarle los comentarios, las burlas o los peligros que corría. Así es como debemos obrar!
Ayudar al necesitado es un mandato y no una opción que podamos acomodar a nuestra conveniencia o para cubrir nuestras propias necesidades de hacer algo por los demás. Jesús nunca obró de esa manera!
Lucas 4:18
Diego Acosta García