En algunas situaciones rápidamente levantamos el dedo acusador sin tratar de entender lo que ha ocurrido, ni las causas que provocaron situaciones que nos han disgustado.
Esto es completamente natural y por tanto forma parte de las actitudes de los seres humanos, lo que puede explicar que reacciones airadamente o bien que lo hagamos callados, pero siempre con un cierto rencor.
Sin embargo esto no es normal que ocurra con quienes nos llamamos hijos de Dios, porque lo cierto es que deberíamos obrar de una manera diferente y ello traerá también consecuencias distintas.
Si obramos dejándonos llevar por nuestros sentimientos o nuestras emociones, seguramente habremos satisfecho a nuestro natural, pero habremos obrado mal con relación al hombre espiritual.
Como debemos obrar? Recordando siempre que el dominio propio es un elemento esencial en nuestros comportamientos y por tanto no debemos dejarnos llevar por los impulsos.
En todo caso deberemos tener presente siempre que las actitudes del Señor son las que nos deben inspirar en cada momento y eso excluye cualquier reacción que no esté inspirada en sus enseñanzas.
No juzguemos precipitadamente nunca porque entonces nos expondremos a actitudes que no podrán ser confrontadas con la Palabra de Dios, porque habremos obrado lejos de lo espiritual. Y habremos juzgado.
Salmos 82:2
Diego Acosta García