No temeré. Esta rotunda afirmación fue hecha por David en circunstancias dramáticas, cuando precisamente lo lógico sería todo lo contrario.
Y esa fue su primera acción, la de temer, cuando estuvo a merced de los filisteos en la ciudad de Gat. Se dejó llevar por el momento que vivía, hasta que se produjo la reacción natural de un hombre de fe.
Recordó de quién dependía su propia existencia, recordó quién es el Soberano sobre todas las cosas y entonces recompuso su ánimo y se preparó para lo malo.
Que hizo David para superar su temor?
Siempre me ha sorprendido que importante resulta confiar en los momentos de grandes dificultades, en los momentos en que nuestras fuerzas y nuestras capacidades son desbordadas por los acontecimientos.
Confiar significa sobreponerse a las circunstancias y luchar contra la lógica de los pensamientos, para llegar hasta la raíz de la fe y entonces recuperar el buen ánimo perdido.
Confiar es un acto absolutamente volitivo, es una decisión que enfrenta a la mente para establecer la importancia de lo verdadero frente a cualquier adversidad.
Todas las veces que he tomado la decisión de confiar, en el acto se ha producido un cambio radical en mi interior. Puede que los problemas siguieran existiendo y que el agobio no hubiera disminuido, pero confiando todo resulta diferente.
NO hay fuerza humana por grande y poderosa que sea que pueda enfrentar los designios del Eterno. No la hubo ni la habrá.
Y en eso confió David!
Ningún ser humano puede torcer los designios del Poderoso de Israel, por importante que sea o por importante que se crea.
Contra mayor sea la dificultad, mayor debe ser la confianza!
Salmo 56:11
Diego Acosta / Neide Ferreira