En los tiempos en que vivimos corremos el riesgo de caer en una nueva forma de esclavitud.
Esa forma de esclavitud se llama: Novedad!
Podríamos decir que todos los días tenemos algo de lo que asombrarnos y de ver algo que nos gustaría tener. Lo que hasta ayer nos parecía fantástico, hoy nos decepciona porque no es lo último que se pueda comprar.
Estamos pasando a ser esclavos de nuestro propio afán de ser usuarios o compradores de aquello que consideramos además de novedoso, imprescindible para vivir.
La búsqueda de cosas nuevas también nos lleva a escuchar supuestas cosas nuevas sobre el Señor!
Este afán que nos domina nos convierte en presas fáciles de inescrupulosos que son capaces de pronunciar solemnes tonterías. Con el agravante que cuando se trata de la Palabra de Dios, la distorsionan gravemente.
Jesús nos advirtió que no nos dejemos engañar!
Sin embargo, cuando escuchamos alguna solemne palabra disfrazada de cosa nueva, de algo nunca dicho, de algo que conmoverá al mundo, lo aceptamos rápidamente. Con el único argumento de que resulta novedoso.
Esta brutal frivolidad con la que obramos con relación al Eterno, nos puede afectar gravemente. Porque nuestra predilección por lo novedoso, nos puede apartar de forma definitiva del Camino.
Los atajos, los supuestos caminos diferentes, de ninguna manera son de Dios. Con Él no hay atajos ni otro Camino que el estrecho.
Estamos advertidos acerca de lo novedoso!
Lo único novedoso que verdaderamente tenemos los hombres es el mensaje vivo de Jesús. Que se renueva a cada día, como su misericordia. Es el único mensaje que puede transformar vidas.
Oremos para que siga transformando la nuestra!
Lamentaciones 3:22-23
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira