A quién obedecemos es una de las cuestiones más conflictivas que afrontamos los seres humanos, porque siempre tendremos que aclarar el verdadero propósito de nuestras decisiones.
Los seguidores de Jesús se negaron a obedecer a los líderes judíos para que no invocaran más su nombre, porque afirmaron que primero obedecerían a Dios y luego a los hombres.
En esa afirmación se encierra el fondo de la respuesta que nos debemos dar siempre que nos encontremos en la difícil situación de tomar una determinación con relación a quién obedecemos.
Puede que en algunas oportunidades nos convenga hacer algo que vaya en la misma dirección que nuestros intereses, pero entonces estaremos privilegiando lo personal sobre lo sobrenatural.
No podemos ignorar que en el mundo tendríamos aflicciones y sus consecuencias, problemas de todo tipo y sobre todo momentos de gran tensión espiritual.
Pero, debemos recordar en cualquier circunstancia que nuestra honra no la tendremos entre los hombres ni de los hombres, por tanto nos debemos aferrar a esa Verdad.
La obediencia a los hombres siempre estará condicionada por la actitud que tengamos hacia el Eterno. Si obedecemos al Señor primero, podremos obedecer a los hombres después.
Hechos 4:19
Diego Acosta García