Nada hay más complicado que no saber por dónde vamos, por dudar cuál es el camino correcto, cuál es la senda que nos llevará el destino que estamos buscando.
Cada vez que nos encontramos con una encrucijada dudamos porque no sabemos la dirección por la que debemos continuar la marcha y así se nos pasan primero los días y después los años.
Descubrimos que de tantas encrucijadas que enfrentamos tal vez nos fuimos alejando del camino perfecto y entonces comenzamos a buscar la forma de volver para atrás.
Lo grave de esto es que cuando decidimos volver para atrás, nos volvemos a encontrar con las encrucijadas que ya tuvimos que sortear, por lo que la solución de volver sobre nuestros pasos tampoco es válida.
Podríamos decir que la brújula de nuestra vida ha perdido el norte y por eso dudamos sobre el rumbo a seguir. Y como se trata de nuestra vida nos tenemos que preocupar.
Tal vez ese sea el momento en el que debemos detenernos y pensar cuál fue desde siempre el camino perfecto, el que nunca debimos abandonar porque era estrecho y porque había otros más atractivos y menos difíciles.
Jesús es ese camino. Y en todas las encrucijadas con las que nos encontremos no dudemos nunca en elegir el rumbo que solamente Él nos puede marcar. Volvamos a caminar con Jesús!
Juan 14:6
Diego Acosta García