Cada vez hablamos menos del pecado, como si su omisión significara su inexistencia. Y sin embargo, podríamos afirmar que nunca como ahora el pecado… sobreabunda.
Nos estamos acostumbrando a entender como bueno o adecuado lo que el mundo piensa de la forma en que vivimos: Cada uno puede hacer lo que mejor le parezca…
Para decirlo con más rotundidad: Si te parece bien…hazlo!
Esta visión del comportamiento está llevando al mundo a una situación que hasta algunos años era impensable. Quién podría haber pensado que un día aceptaríamos el aborto, la homosexualidad y hasta el casamiento entre personas del mismo sexo.
Todo parece indicar que estamos eligiendo un camino que no lleva a ninguna parte. Y este es uno de los grandes errores. Este camino que estamos siguiendo, sí tiene un destino…
Ese destino no es otra que el que vivieron muchas personas en el pasado, incluyendo a la propia Jerusalén, que fue arrasada, su templo destruido y su gente sometida a cautiverio en Babilonia.
Habrá quién piense que eso es irrepetible, pero olvidamos con demasiada frivolidad que la historia se repite. Una y otra vez, como lo atestigua la propia Palabra de Dios.
Los hombres tenemos la capacidad de olvidar lo que se nos enseña y de repetir los mismos errores!
Pensemos que ya no se trata de repetir el ciclo de la enseñanza-olvido-pecado-arrepentimiento. Se trata que cada día nos aproximamos más al momento del Juicio personal y al que nos corresponde como sociedad.
Y cuando llegue ese Juicio no podremos justificarnos con los comportamientos colectivos frente al pecado, sino que tendremos que responder por nuestra responsabilidad personal.
Lamentaciones 1:1-2
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira