Prácticamente todos los días se verifican informaciones de cómo se persiguen a los cristianos en distintos lugares del mundo, pero siempre por el mismo motivo: la fidelidad al Señor.
Especialmente en Asia y África la condición de cristiano supone un riesgo para la vida de las personas y esa amenaza puede elevarse a la categoría de riesgo de muerte.
Incluso en potencias mundiales como China por ejemplo, la falta de libertad religiosa se comparece con la falta de una real aplicación de los derechos humanos.
Frente a estas situaciones debemos abandonar nuestra actitud de pasividad y advertir que estas realidades no solo nos pueden afectar, sino que podemos tener la certeza de que finalmente nos afectarán.
El Señor Jesús habló acerca de que seremos perseguidos por ser sus seguidores y en los tiempos finales ese acoso será especialmente virulento, por lo que nos debemos preparar para esas pruebas que nos esperan.
Con toda seguridad esos tiempos nos confrontaran seriamente con nuestras afirmaciones de que somos continuadores de la obra del Señor Jesús, hasta sus últimas consecuencias.
En las pruebas también podremos comprobar cómo las promesas de que nunca seremos abandonados serán cumplidas y que cuando pongamos en riesgo nuestra existencia, tendremos la gran recompensa de la Vida Eterna.
1 Corintios 15:58
Diego Acosta García