PERSONAL

En esos singulares momentos en que hacemos un balance de nuestra vida, bien puede ocurrir que nos declaremos satisfechos. Que desde la perspectiva mundana podamos decir que tenemos buenos resultados.

Esto equivaldría a creer que somos exitosos y que el análisis que estamos haciendo tiene un marcado tono positivo. Pero, aún así, no nos sentimos del todo bien.

Hay algo que está afectando ese bienestar que produce la concepción del mundo, de que aventajamos a los demás por nuestros logros, por haber conseguido metas importantes.

Nos acordamos entonces de muchas personas que siendo exitosas, consumen drogas, en lugar de disfrutar del momento que viven. Y la pregunta es casi natural: Y por qué toman drogas?

Es también lo que cabría preguntarse en un momento casi triunfal: Por qué no disfrutamos de todo lo que conseguimos? Si nos falta algo, con qué llenamos ese vacío?

Una respuesta pueden ser las drogas, otra la vida desenfrenada, el disfrutar  sin límites, el creer que todo nos será posible. Pero aún así la sensación de vacío puede persistir.

En un momento puede cruzarse por nuestra mente el recuerdo de cuando éramos jóvenes y de aquella maestra de la escuela bíblica, que nos hablaba del vacío que solamente podía llenar Jesús.

Entonces adoptamos la mejor solución posible: Olvidarnos del éxito y acordarnos del Señor. Sin importarnos las circunstancias, volver a la fuente que nos marcó un antes y un después.

Jesús es más importante que cualquier triunfo!

1 Corintios 15:24-26

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

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