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Hace casi exactamente doscientos años el mundo conoció la obra cumbre de uno de sus grandes pensadores, influyente como pocos y reconocido por muchos.
Arthur Shopenhauer, tenía alrededor de 30 años cuando presentó a una editorial, la que sería su máxima creación y una de las significativas de los últimos siglos.
Su título fue: El mundo como voluntad y representación y en ella el genial pensador alemán, plasmó como él mismo lo destacara pensamientos nuevos que no tenían nada que los relacionara con otros.
El Mundo…era una obra producto del ingenio y la creatividad de un joven que había recibido influencia del pensamiento oriental a través del hinduismo y el budismo.
Su trascendencia quedó reflejada en quienes luego serían los depositarios de buena parte de sus pensamientos: Wittgenstein, Nietzsche, Goethe, el músico Richard Wagner y con el paso de los años Freud, Thomas Mann, y el ruso León Tolstoi.
Shopenhauer fue el padre del pesimismo, a pesar de que en algunos de sus libros escribió sobre la felicidad y el arte de vivir.
Haciendo un parangón respetuoso y bien inspirado, como no detenernos en la grandiosa circunstancia, que alrededor de 1700 años antes de que un hombre de alrededor de 30 hablara de pesimismo, hubo otro que siendo Dios se hizo hombre para proclamar el más grande Mensaje recibido por los humanos: El de la Salvación.
Diego Acosta