En algunos países lavarse las manos, es una manera de simbolizar que las decisiones que se toman, tienen el único propósito de ser condescendientes con determinadas opiniones.
Es exactamente el caso de Poncio Pilato, que aún sabiendo que Jesús no había cometido los delitos de los que era acusado, resolvió optar por la alternativa más fácil
Y esa alternativa no era otra que condenar a Jesús!
Triste forma de conducirse de un hombre público. Penosa forma de comportarse de un hombre que tenía poder como para enfrentar a quienes pedían la muerte de un Inocente.
Muchas veces me he preguntado si en similares circunstancias no hubiera hecho lo mismo que Pilato. Y lo triste para mí, ha sido la respuesta.
Porque no solo que hubiera condenado a un Inocente, sino que es probable que a lo largo de mi vida haya condenado a más de uno.
Y por qué obramos de esta manera?
Por la deplorable actitud de agradar a los demás!
Siempre estamos buscando una manera de comportarnos que sea bien vista por quienes nos rodean, aunque en el caso de Pilato, se tratara nada más y nada menos que del Hijo del Hombre.
Aprendamos la lección de Pilato!
Aprendamos para no comportarnos con el espíritu de complacencia y por qué no, con el espíritu de cobardía que nos lleva a no enfrentarnos a quienes aparentan ser la mayoría.
Nada bueno hizo Pilato y nada bueno haremos nosotros, repitiendo una actitud que fue mala y lo más grave: Pilato era consciente de lo mal que estaba obrando.
No nos convirtamos en otro…Pilato!
Lucas 23:23-25
Diego Acosta / Neide Ferreira