PODEMOS DUDAR?


Siempre recordaremos con afecto una reflexión que nos fue dada al poco tiempo de aceptar al Señor como nuestro Salvador, en circunstancias en las que buscábamos respuestas para todo.

Este recuerdo contribuye también a pensar, que así como recordamos a los hermanos mayores por sus reflexiones sabias y oportunas, también seamos capaces de hacer lo mismo con otros hermanos más jóvenes en la fe.

La cuestión que origina este comentario estaba relacionada con las dudas, porque creíamos en nuestra infancia como creyentes, que era muy grave o muy malo dudar.

En ese sentido fue que preguntamos a uno de nuestros maestros, si dudar era tan malo como nosotros pensábamos, entendiendo que una vez que conocemos al Señor desaparecen las dudas.

El maestro nos contestó que dudar era legítimo, pero lo que no era bueno, era vivir dudando o vivir en un estado de duda permanente, porque eso precisamente nos alejaba de los principios de la fe.

Para explicarse el maestro nos dijo que si dudamos continuamente, lo que en realidad estamos haciendo es no aceptar por fe las verdades que nos son enseñadas.

La duda es enemiga de la fe, porque la fe alimenta nuestro crecimiento hacia verdades que cada vez son mayores y profundas. La duda se genera en nuestra mente para alejar la fe que arde en nuestros corazones.

Marcos 11:23
Diego Acosta García

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