Analizando con atención lo que ocurre en nuestros tiempos, podemos hacernos una idea de que a lo largo de la historia siempre hubo y siempre habrá quienes se consideren los poderosos de la Tierra.
Esta es una constante que debe llamarnos la atención porque está demostrado como es el corazón del hombre y como cuando ocupa lugares relevantes, se olvida por completo de Dios.
En realidad poderosos o no tan poderosos, los hombres nos olvidamos del Eterno en cuanto nos encontramos en una situación de superioridad sobre los demás.
Es cuando las impresiones de nuestra egolatría y lo que elabora nuestra mente, se unen y nos colocan en un nivel en el que no solo no reconocemos pares con quién compararnos, sino que tampoco admitimos la Grandeza del propio Dios.
Con esta idea el profeta Ezequiel advirtió a faraón acerca de cómo el Eterno obraría con él. Así como había acabado con Asiria, también terminaría con su poder ante el desafío del reino egipcio.
En la caída en la fosa de la que habla el profeta, también hay un tiempo para que el luto cubriera el abismo y hasta sus ríos fueron detenidos. Y hasta los árboles del campo perdieron su verdor.
Esta impresionante demostración de Poder del Dios Soberano, nos debe hacer reflexionar acerca de como obramos, de cómo nos comportamos, porque tal vez en nuestro corazón todos tenemos algo de faraón.
Seamos cautos en lo que manifestamos, prudentes en la valoración de nuestra supuesta grandeza y más que sabios para no desafiar a Dios.
El Único Todopoderoso es Él!
Ezequiel 31:18
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira