El boato que muchas ceremonias tienen como uno de sus contenidos principales es una forma de establecer las diferencias entre determinadas personas y el resto de los mortales.
El boato sirve para marcar distancias que se relacionan con el poder material, con las riquezas, con el brillo de lo mundano, con una determinada forma de vivir.
El boato es una especie de síntesis de algo que se nos quiere transmitir y que no es otra cosa que el de hacernos sentir inferiores, frente a personas que por lógica son superiores.
En otras palabras podríamos decir que el boato está dirigido a encandilarnos y a evitar que veamos la realidad, a dejarnos atraer por sus luces deslumbrantes y no reparar en cada cosa que nos rodea.
Y por qué nos resulta tan atractivo el boato? Quizás porque refleje una oscura aspiración de tener una figuración distinta a la que tenemos, quizás porque ansiamos superarnos en la escala social.
Ante estas afirmaciones debemos pensar: Qué tiene de bueno el boato? En qué nos ayuda? Quienes se sirven del boato para enaltecer lo que no debe ser enaltecido, para destacar lo que no debe ser destacado?
Jesús nos dijo que el Hijo de Dios no tenía donde descansar su cabeza y en esa frase nos enseñaba acerca de la humildad, contraria por completo a toda forma de boato. No nos dejemos deslumbrar por nada ni por nadie!
Mateo 8:20
Diego Acosta García