La historia del joven rico, viene siempre a mi memoria cuando recuerdo la pregunta que le hice hace muchos años a un hermano: Si él daría millones a la iglesia…como diezmo o como ofrenda?
La respuesta inmediata fue un sí rotundo, pero luego ante mi insistencia en los detalles, comenzó a aclarar su postura con relación al tema.
En realidad, dijo, si le tuviera que dar a la iglesia millones como diezmo o como ofrenda, me aseguraría muy bien del destino que se le darían a semejantes cantidades.
Nueva pregunta: Pero es bíblico preocuparse por el destino de los fondos que diezmamos?
Claro, pero lo que ocurre es que una cosa son pequeñas cantidades y otra muy diferente es entregar millones, pensando en que muchas veces las personas no saben administrar esos bienes.
Entonces qué harías con los millones? Los entregarías o no los entregarías?
Y en este punto surgió la primera gran duda del hermano: No sé qué haría…porque si no van a administrar bien el dinero, podría ser contraproducente.
Contraproducente para quién? Para la iglesia o para ti?
Si el silencio anterior fue largo…este se hizo casi interminable. Pero finalmente dijo: Tal vez entregaría una parte de los millones y con el resto ya vería que hacer.
Pero es que debes entregar todo…no una parte.
El hermano visiblemente confundido me miró y me dijo: Mejor que no tenga que estar en una situación como esta, porque creo que jamás daría millones a la iglesia.
Entonces le recordé al hermano la historia del joven rico y Jesús. Creo que él, yo y todos debemos volver a releer este pasaje!
Marcos 10:22-23
Diego Acosta / Neide Ferreira