Un joven se declaraba triste porque muchas veces deseaba hablar de Jesús a otras personas y no sabía que decir.
A pesar de sus buenas intenciones no encontraba las palabras adecuadas, para llevar el mensaje que sabía debía hacer llegar a quienes estaban a su alrededor.
Uno de los maestros evangelistas le preguntó: Alguna vez antes de intentar hablar, has levantado tu oración al Señor?
El joven dijo que prácticamente nunca hacía eso, que simplemente se dejaba llevar por el impulso y allí se terminaba todo.
El maestro le explicó: Lo que ocurre es que cuando tratas de obrar con tus fuerzas, es muy difícil todo lo que intentes hacer.
Tanto sea evangelizar como cualquier otra cosa. Nuestras fuerzas son escasas y podría decir, que de mala calidad. En cambio cuando obramos tras haber orado tenemos renovadas nuestras energías e incluso nuestro ánimo.
El joven declaró que nunca había pensado en eso, simplemente creía que Dios obraba en cualquier momento y circunstancia y que con eso bastaba.
Dios obra siempre, fue la respuesta. Siempre, pero es necesario que nosotros declaremos nuestra debilidad para que ÉL se glorifique en ella!
El joven de esta historia sonrió agradecido y se prometió orar siempre antes de hacer nada. Había comprendido que cuando no sabemos QUE DECIR…es porque estamos obrando con nuestras fuerzas.
Para enfrentarnos al mundo no basta con nuestras buenas intenciones. No basta con responder a nuestros impulsos. Debemos saber que decir… en cada momento y eso solo se consigue buscando al Señor!
Marcos 13:11
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira