Estaba oyendo el testimonio impresionante de un misionero en el Amazonas, en Brasil y poco a poco comencé a dejar de escuchar lo que decía.
El motivo fue que me comencé a preguntar qué era lo que yo estaba haciendo?
Esa historia increíble comenzó a desvanecerse delante de esta pregunta directa que me estaba formulando: Que hago?
Esta es la típica situación en la que comenzamos a hacer alguna cosa que después se desvía para otro lado y de repente nos olvidamos en donde habíamos comenzado.
Porque todo aquello que viene a continuación termina siendo más importante. Fue esto lo que me ocurrió con ese testimonio. No estaba despreciando lo que el misionero contaba, pero lo estaba comparando con mi propia realidad.
Pensé en la palabra misionario y en lo que significa cuando es puesta en práctica. Realmente esos hombres y mujeres resultan tan ejemplares, porque el servicio que prestan está basado en la confianza total en Jesús y en su apoyo.
O sea, cuando no tenemos otros recursos que los que generamos con nuestro propio trabajo y no se cuenta con el apoyo de ninguna organización, y contamos solamente con el esfuerzo personal es cuando advertimos la Mano Poderosa del Eterno.
Es entonces cuando el significado de ser misionero cambia totalmente de sentido, el hecho de vivir en otro país y trabajar en él.
Es difícil ser misionero en esas condiciones?
Probablemente más de lo que alguien se podría imaginar. Pero es cuando damos la oportunidad para que aparezca el mayor recurso de un misionario: El Todopoderoso!
Y de esto no nos podemos olvidar!
Lucas 5:11
Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.
Diego Acosta / Neide Ferreira