Moisés el hombre más manso entre los hombres clamó a Jehová ante las quejas de los judíos: Que haré con este pueblo?
La queja contamina peligrosamente la vida de las personas. Primero sube en el corazón y luego se manifiesta por la boca, con dichos que en la mayoría de los casos son injustos.
El pueblo judío se quejaba de cómo vivían en el desierto diciendo que en Egipto estaban mejor. Pero no habían clamado por su libertad cuando eran esclavos?
La queja deforma la realidad, debilita nuestra fe y nos hace reaccionar de manera inadecuada ante situaciones problemáticas.
Los judíos tuvieron grandes demostraciones que el poder del Eterno estaba con ellos. En Egipto con las diez plagas que sufrió Faraón por su obstinación contra el Eterno.
En el desierto disfrutaron del maná y protestaron, tuvieron codornices y siguieron con sus quejas. Clamaron por el agua y les fue concedida, siempre con el argumento que antes vivían mejor.
Tengamos cuidado con las quejas. Nos dañamos a nosotros mismos porque podemos convertir un reclamo en raíz de amargura. Y porque también podemos dañar a quienes nos rodean con el mismo mal.
La queja nos impide ver la Gracia, escuchar el Verbo y anula la posibilidad de que encontremos la Verdad. Cuidado con la queja y de qué nos quejamos!
Lamentaciones 3:39
Diego Acosta García