Un joven me decía: Estoy ansioso por servir al Señor, pero no sé qué hacer. Y le respondí: Hay que hacer lo que Dios pone en nuestras manos.
Para servir se trata de RECIBIR y de hacer!
El joven muy atinadamente me preguntó: Pero que es lo que recibo del Señor? Como puedo saber que lo que tengo en las manos me lo ha dado Dios?
Como no hay una fórmula matemática para saberlo, te diré lo que hago yo: Cuando lo que tengo en mis manos fluye, es sencillamente porque es de Dios.
No es por causa de mi talento ni de mi capacidad!
Si fuera por eso, habría hecho muchas cosas, pero seguramente ninguna sirviendo al Señor. Incluso podrían haber sido buenas cosas, bien inspiradas, pero ninguna con el ánimo de servir al Eterno!
Creo que el joven se quedó más o menos satisfecho con mi explicación, pero quién se quedó inquieto, fui yo. Le habría dicho lo correcto a esta persona que tuvo la actitud de confiar en mí?
La respuesta vino de la misma manera. Fluyó mansamente en mi corazón…Eso era lo correcto para contestar, en este caso concreto.
No es para hacer una norma de una respuesta determinada, pero sí es un punto de partida para una reflexión inspirada en el ánimo de servir y no de servirse.
Si pensamos en la Grandiosidad inalcanzable de Dios, podremos llegar a la conclusión que no existe mente humana capaz de comprenderlo en su totalidad.
Pero sí nos podemos aproximar, obrando de buena fe y haciendo todo lo que hagamos delante de ÉL!
Éxodo 19:17
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira