Se nos ha enseñado que no podemos vivir mirando hacia el pasado, porque lo mejor está por venir, porque esa es la bendita esperanza bajo la cual vivimos.
Esto no debería impedirnos recordar cómo es nuestro presente con relación a nuestro pasado, para poder reflexionar acerca de la Gracia y Misericordia de Dios sobre nuestras vidas.
Cuando pensamos en lo que éramos y en lo que somos, deberíamos dar gracias al Eterno por todo lo que hizo y por todo lo que hará, para transformarnos en nuevos hombres y nuevas mujeres.
Cada vez que cedemos ante las presiones del mundo o de las dificultades que se nos presentan, deberíamos de ser capaces de recordar esta realidad tan tremenda.
El Señor nos rescató de una vida oscura, triste y llena de pecados y transgresiones, para presentarnos un tiempo pleno de Luz y con un Camino cierto por recorrer.
Por qué nos olvidamos de esta prueba del Amor del Señor? Seguramente porque nos afanamos en encontrar soluciones a las cuestiones que solamente Él puede resolver.
Vivamos como sus hijos, vivamos en plenitud cada día sabiendo que el futuro que nos preocupa ya está resuelto por el Creador. Y tengamos la capacidad de recordar lo que fuimos para entender lo que somos.
2 Pedro 1:12
Diego Acosta García