Es más que común, que en determinadas circunstancias seamos propensos al olvido, en todo lo relacionado con lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.
Me asigno méritos en determinados logros, ignorando lo esencial de ellos: Que fueron obtenidos por la Gracia del Eterno y no por ninguna capacidad personal.
Ese afán es contrario a la humildad que se nos reclama y en mucho se asemeja a un pasaje muy singular de la historia del Pueblo de Dios.
Israel había reclamado un rey…y el Todopoderoso se lo concedió.
Samuel se presentó ante los judíos para reclamarles que atestiguaran delante de Jehová si había hecho algo contrario a las leyes.
El Pueblo le respondió que nada había hecho.
El aquí estoy, de Samuel, lo muestra como otras ocasiones en su vida, dispuesto al servicio del Soberano de Israel, mostrando su larga vida de fidelidad.
Como no había nada que reprocharle, entonces el profeta le reclama al pueblo de Israel, por haber ignorado todo lo que Jehová había hecho por ellos en los tiempos pasados.
Este es exactamente el caso de lo que expongo, cuando digo que en los momentos de euforia, me olvido que se los debo totalmente al Creador.
Que nada hay que pueda hacer, por grandes que sean mis méritos y capacidades, sino no obro bajo la Soberana Voluntad.
Entonces, por qué soy tan propenso al olvido?
Simplemente porque no hago Memoria de todo lo que Dios ha hecho por mí, como Samuel le reclamó a los hebreos.
La Biblia nos enseña constantemente, acerca de cómo debemos de comportarnos frente a Jehová. Por eso no hay lugar para el olvido!
1 Samuel 12:7
Diego Acosta / Neide Ferreira