Con un grupo de hermanos comentábamos los duros que pueden resultar los golpes que hay que afrontar a lo largo de la vida.
Discrepábamos sobre la forma en que cada uno se colocaba frente a situaciones complejas y muchas veces dificilísimas.
En lo que sí coincidimos es que en esos momentos es cuando más se debe confiar en Dios, para no caer en la diabólica tentación de olvidarnos de ÉL.
También hablamos de los exitosos que son algunos hombres y mujeres, que sin respetar nada ni a nadie, parecen ser los dueños del mundo.
Y de nuevo se repitieron las discrepancias, porque los ejemplos sobre esta clase de personas son muchos y además muy notorios.
Mientras hablábamos tuve la necesidad de ser muy prudente, porque percibí que estábamos cayendo en el peligroso terreno de admirar los logros equivocados.
Fue entonces cuando decidí recordar y recordarme, que nunca el mal prevalecerá sobre el Bien. Nunca. Aunque las circunstancias puedan mostrar lo contrario, el Poder del Eterno es superior a cualquier otro poder.
Con esta certeza se apaciguaron los ánimos y también el mío. Por mucho impío triunfante que vea, siempre debo recordar que nadie escapará del Juicio.
Nadie!
Eclesiastés 8:13
Y que no le irá bien al impío,
ni le serán prolongados los días, que son como sombra;
por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.
Eclesiastes 8:13
Mas ao ímpio não irá bem,
e ele não prolongará os seus dias; será como a sombra,
visto que ele não teme diante de Deus.
Diego Acosta / Neide Ferreira