La Biblia guarda los numerosos pactos que Dios realizó con su Pueblo y por extensión con los hombres que fueron creados a su imagen y semejanza. Esos Pactos tienen la especial trascendencia de que fueron perpetuos.
Por tanto debemos plantearnos recuperar el verdadero significado de esos Pactos y aprender a concederles la manifiesta importancia que tienen por ser el propio Dios el que los consagró.
Estas referencias vienen a propósito de que como Pueblo de Dios hemos permitido que los símbolos de esos Pactos hayan perdido su valor original y se hayan transformado en todo lo opuesto.
Concretamente nos estamos refiriendo al arco iris que Dios estableció luego del diluvio y que dijo a Noé: He aquí que yo establezco mi Pacto para no exterminar carne y destruir la tierra con agua de diluvio.
Ampliando la comprensión del Pacto significa que el Eterno anunció que nunca más habría un diluvio sobre la tierra y que el símbolo perpetuo de esa promesa era el arco iris.
En los difíciles tiempos que vivimos no debemos aceptar con un espíritu fatalista que el arco iris del Pacto de Dios signifique otra cosa que el Pacto que Dios hizo con los hombres.
No se nos podrá reclamar el día del Juicio, que hicimos para impedir que el arco iris, símbolo perpetuo del Pacto de Dios, representara todo lo que el propio Dios condena como pecado?
Génesis 9:15-17
Diego Acosta García