Cada vez que recibimos un presente se nos alegra la vida!
Tanto sea que se trate de una sorpresa como de algo esperado y sabido, el efecto siempre es el mismo. Nos alegramos porque alguien se ha acordado de nosotros y ha tenido el gesto de traducirlo en un presente.
Son las pequeñas grandes alegrías de la vida, que se nutre de esos momentos tan placenteros. Del mismo modo, cuando anhelamos un regalo y no lo recibimos en el tiempo que lo esperábamos, la desilusión es enorme.
Por estas razones la alegría no guarda relación con la magnitud de los regalos ni con su importancia. Un pequeño presente, se puede convertir en un valioso regalo.
Pensando en todo esto, nos vino a la memoria nuestra relación con Dios y la multitud de presentes que hemos recibido de Él. De algunos nos hemos percatado y guardamos agradecida memoria, pero de otros ni siquiera lo hemos advertido.
Por qué recibimos regalos de Dios y no nos enteramos?
Sencillamente porque vivimos tan afanados con nuestras preocupaciones, que hemos perdido la capacidad de entendimiento que todas nuestras cargas más pesadas, Él las llevaría.
Si no somos capaces de recordar esto, como es que seremos capaces de reconocer los presentes que nos entrega cada día?
Demos gracias por quienes hicieron memoria de nosotros y nos entregaron un presente. Oremos por ellos y por su generosidad. Pero por encima de todo y de todos, demos gracias al Señor por el presente diario de su Amor y Misericordia!
Colosenses 1:12-14
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira