Una mañana en un colegio, advertimos las medidas de seguridad que tienen las ventanas como precaución para los niños que estudian en el lugar para evitarles caídas desde mucha altura.
Mientras mirábamos el Espíritu nos inquietó a propósito de la semejanza que podía haber entre esas medidas de prevención y las que existen en las cárceles.
No pudimos menos que pensar en los hombres y mujeres que viven esta realidad cotidianamente. Y pensamos en ese bien maravilloso que es la libertad.
Siendo solidarios con quienes están cumpliendo las penas impuestas por la sociedad, nos imaginamos cuanto desearán recuperar la libertad que tienen perdida durante el tiempo de la condena.
También recordamos con afecto a quienes comparten algunos de sus días con estos hombres y estas mujeres, que viven en cárceles, donde no siempre se cumplen las medidas razonables sobre el número de reclusos.
Pero más que eso, nos vino la Palabra de Dios, acerca de que no es una locura pensar que se puede ser libre en una cárcel. Basta con aceptar a Jesús como el Salvador!
Solamente Él nos puede hacer recuperar la libertad perdida, transformando ese tiempo en la cárcel, en una grandiosa oportunidad para estudiar su Palabra y para extenderla a las personas con las que convivimos.
En el momento en que lo hagamos seremos libres, con la Libertad que solamente se puede conseguir con el Señor! Aunque a los hombres, esto les parezca una locura.
Juan 8:32
Diego Acosta
Música: NeideFerreira