Un día, como hoy por ejemplo, podríamos plantearnos un gran cambio de actitud: Renunciar por voluntad propia a todos nuestros proyectos y presentarnos frente al Señor libres de esas ataduras.
Esto significa que también renunciamos a los logros que podríamos obtener con nuestras supuestas capacidades o con las ayudas de nuestros amigos, conocidos o benefactores.
Qué ocurriría si un hiciéramos esto? Seguramente estaríamos más cerca que nunca de nacer verdaderamente de nuevo. De ser hombres y mujeres nacidos de nuevo.
Este planteamiento tiene un profundo trasfondo espiritual porque se deriva de la necesidad de analizar nuestras vidas desde una perspectiva diferente y abandonar todo lo que creemos que es bueno.
Ese abandono nos llevará a una consecuencia que será absolutamente importante, porque entonces podremos comenzar a advertir como es de grande el Amor del Señor por nosotros.
Entonces sabremos que la frase de que lo bueno es enemigo de lo mejor es más trascendente de lo que nunca nos imaginamos, porque esa es la verdadera medida de Dios.
Seamos valientes y renunciemos a nuestro pasado y a nuestro presente, para tener un futuro maravilloso porque estará inspirado por el Amor del Dios Soberano que controla nuestras vidas.
Hechos 4:24
Diego Acosta García