Hay algunos pasajes de la Palabra de Dios que son impresionantes, por los planteamientos tan contrarios a la lógica humana.
Solamente si los apreciamos desde la perspectiva espiritual podremos llegar a entender, que no se trata de maldad sino de estricta Justicia.
Citamos el caso de la Parábola de las diez minas, con la que Jesús enseñó acerca de cómo deben ser nuestros comportamientos con aquello que recibimos como mayordomos.
Es decir: Somos fieles o somos infieles cuidadores de lo ajeno!
La primera vez que leí este pasaje no pude menos que pensar que Jesús había obrado con una dureza que me pareció inusitada.
Pero nuevas lecturas me aportaron una visión diferente del mismo episodio, porque fui comprendiendo que era lo que el Hijo del Hombre, pretendió enseñar a sus discípulos y a todos nosotros.
Queda manifiestamente claro que si nos llamamos discípulos debemos de tener comportamientos que se correspondan con lo que decimos que somos.
No podemos obrar de una manera en determinados casos y de una forma diferente en otros. Es imprescindible la coherencia, como fue Coherente el Maestro.
En otras palabras: Siempre debemos de seguir el criterio con el que Jesús nos mandó obrar. Siempre, cualquiera sean las circunstancias.
Por eso cuando yo digo que pensé que ÉL había sido extremadamente riguroso, solamente estaba exponiendo que mis pensamientos eran completamente carnales. De lo que me arrepiento.
Tengo la certeza que llegado el momento el Señor será más generoso de lo que nos podamos imaginar. Y será más riguroso de lo que también podamos pensar.
Por qué?
Porque esa es la diferencia entre quienes vivimos con la voluntad de Obedecer y quienes eligen lo opuesto.
Lucas 19:26
Diego Acosta / Neide Ferreira