Alguien comentaba que se sentía aturdido por el ruido que lo rodeaba y se preocupaba por eso.  Decía que con tanto ruido tal vez dejaba de oír la voz del Espíritu cuando le hablaba como un susurro.

Este comentario nos sorprendió porque prácticamente nunca le habíamos dado ese sentido al ruido con el que efectivamente convivimos, desde la mañana hasta la noche e incluso nos despierta cuando descansamos.

Ese ruido es el que nos impide advertir que estamos viviendo un tiempo en el que se impone el silencio respetuoso, el silencio que nace en nuestro interior para recordar lo que verdaderamente merece ser recordado.

Como podemos rememorar el más grande sacrificio en medio de tanto ruido?

No es acaso desmedido el barullo que rodea un momento tan grandioso, donde lo espectacular parece haber reemplazado lo íntimo, para poder expresar nuestra gratitud frente a algo que nunca terminaremos de merecer.

Si buscáramos el silencio tal vez lo podríamos encontrar en nuestro interior, aislándonos de tanta cosa hueca y vacía y tan llena de atractivos visuales que merece más el calificativo de espectáculo que de conmemoración.

Oremos para tener Sabiduría con relación a este tiempo que vivimos!

Oremos para recordar el supremo sacrificio, el último derramamiento de sangre para que nos fuera concedida la Salvación inmerecida. Oremos para que el ruido nos permita oír la voz del Espíritu llenándonos con su mensaje!

Juan 1:29
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira