En el anecdotario de uno de los deportistas más famosos del mundo, se cuenta que un día cuando comenzaba su carrera dos veteranos compañeros le sugirieron que ensayara una determinada acción del juego.
La joven estrella los escuchó y decidió que a partir de ese mismo día, luego de cumplir con sus obligaciones profesionales con relación a los entrenamientos practicaría lo que sus compañeros le indicaron.
Fueron ellos precisamente los que le indicaron los secretos de esa acción, ya que eran consumados especialistas. El aprendizaje bien pronto comenzó a dar notables frutos.
Con el paso del tiempo y ya convertido en una estrella mundial, el joven recordaba con afecto a quienes en un determinado momento le dieron un valioso consejo.
A qué viene este recuerdo? A que deberíamos pensar que todos nosotros deberíamos poner en práctica el consejo que seguramente se nos ha dado: que estudiemos la Palabra de Dios.
Si pusiéramos el mismo empeño que ese joven que se convirtió en una estrella mundial, tal vez no tendríamos la misma repercusión, pero sí podríamos mejorar nuestra relación con Dios y enseñar a nuestros jóvenes discípulos.
Saber escuchar es un acto de humildad que nunca debemos dejar de practicar, porque escuchando con el corazón dispuesto podremos avanzar en el proceso para hacernos semejantes al Señor.
Eclesiastés 12:9
Diego Acosta García