Somos integrantes de la cultura del valor, los héroes mayoritariamente son hombres y mujeres con una valentía que fue y será motivo de libros, comentarios y por supuesto de grandes filmes.
El valor tiene una alta cotización social y prueba de ello es como en muchas sociedades las personas se apartan de quienes son testigos de las derrotas sufridas por sus países.
Nadie quiere ser el padre de ninguna derrota, pero en cambio si nos interesa ser el protagonista de cualquier triunfo por pequeño que sea, pero triunfo al fin.
Estas actitudes nos llevan a la reflexión con relación a una sugerencia que se nos dio en un determinado momento de nuestra vida: En este caso lo más prudente es huir.
Huir? Pero donde queda el valor? Donde queda la valentía? Espiritualmente hablando es más importante huir en el momento apropiado que enfrentarnos a una derrota ante la tentación.
El enemigo de nuestra fe se hace fuerte en nuestra vanidad y en nuestro orgullo, por eso cuando escuchamos la palabra huída poco menos que nos espantamos.
En realidad la huída está relacionada con nuestras fuerzas, con la pequeña magnitud de nuestras fuerzas frente a las tentaciones que nos plantea el mundo, como estrategia del enemigo.
No tengamos miedo a una huída por indecorosa que nos resulte, porque si esa huída nos permite eludir a un riesgo cierto de pecar, estaremos obrando con sabiduría. Huyamos del pecado!
1 Corintios 10:13
Diego Acosta García