Es probable que si se nos preguntara sobre el estado de nuestra salud, la mayoría de nosotros diríamos que estamos bien, que no precisamos ni de médicos ni de medicinas, lo que significa que no estamos enfermos.
Aunque resulte una obviedad es evidente que quién está sano no está enfermo y por tanto no precisa que nadie cuide de su salud. Esta es la situación sobre la que habló Jesús cuando fue preguntado por qué comía y bebía con publicanos y pecadores.
Los hombres que detentaban la representatividad de la doctrina y la ley, los escribas y los fariseos, no alcanzaban a comprender como Jesús dedicaba su tiempo a los cobradores de impuestos y a los marginados de la sociedad.
La respuesta revela en toda su magnitud el profundo amor que tenía Jesús por quienes precisaban de la Salvación. Él había venido a buscar a los pecadores no a los justos ni a quienes se creían justos.
Este asombroso planteamiento no hizo otra cosa que aumentar la preocupación de quienes eran los responsables de ser guías del pueblo judío en el cumplimiento de las leyes. Y por tanto, según ellos, poseedores de la verdad.
Jesús había venido para sanar a los enfermos y es lo que sigue haciendo a través de quienes nos declaramos sus seguidores. Los que se creían justos y los que se creen justos, nunca aceptaron ni aceptarán que el Hijo de Dios se preocupe por ellos.
La Salvación es para quienes nos arrepentimos y reconocemos al Señor!
Lucas 5:31-32
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira