La vida de los que nos llamamos hijos de Dios, se caracteriza por una constante confrontación, entre los Mandatos del Eterno y las propuestas del mundo.
No en vano oró Jesús al Padre, para que nos guardara y que nos dejara en este difícil lugar en que estamos.
Debo de reconocer que siempre me llamó la atención, como se nos advertía acerca de que tendríamos problemas y que contaríamos con la ayuda del Espíritu para resolverlos.
Pero valorando mi experiencia, he llegado a la conclusión que mi mayor enemigo, soy yo mismo!
Sencillamente porque el mundo me atrae una y otra vez a sus propuestas, que son muy atractivas y sobre todo novedosas en grado sumo.
Y son las cosas nuevas las que más atracción me producen, quizás porque el enemigo de la fe, conoce que los hombres somos atrapados por todo lo que sea desconocido y bien presentado.
Todos los días lucho y todos los días pierdo. Pero también tengo la certeza de que todos los días el Eterno me ayuda para continuar la buena batalla.
Estamos advertidos: No es grave luchar todos los días. Lo gravísimo, es perder el ánimo para seguir a Jesús y no al mundo.
2 Pedro 2:9
ES – Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos,
y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio.
PT – Assim, sabe o Senhor livrar da tentação os piedosos
e reservar os injustos para o Dia de Juízo, para serem castigados.
Diego Acosta / Neide Ferreira