Explicar los conceptos complicados de manera sencilla, es uno de los grandiosos logros de la Palabra de Dios!
Esta cuestión vino a mis pensamientos cuando escuchaba una predicación de un joven pastor, que de manera sencilla estaba hablando de cuestiones tan complejas como las Primicias y el Diezmo.
Los ejemplos que incluyó en su mensaje fueron tan rotundos como evidentes, con lo que la claridad conceptual fue de una magnitud sorprendente.
Más notable resultó esta predicación, cuando pensé en quién era su autor y llegué a la conclusión, que la salud del futuro de la iglesia, es menos grave que lo que suponía.
Puede resultar arbitrario pensar de esta manera por un solo mensaje, pero lo que ocurre es que esas palabras fueron escuchadas por una mayoritaria congregación formada por hermanos muy jóvenes.
La coincidencia generalizada acerca de la comprensión que habían tenido sobre los conceptos transmitidos en el mensaje, resultó altamente tranquilizadora.
Pensando con más calma en lo sucedido en la Iglesia, llegué a otra conclusión: Qué importante es que abandonemos las prédicas que están más destinadas a nuestros propios oídos, que al crecimiento de las congregaciones.
La propensión al arte de hablar para escucharse, afecta seriamente la naturaleza del mensaje, porque escucharse produce un placer carnal que tiene conexión directa con la vanidad.
Recuperemos la sencillez de la prédica!
Recuperemos esa maravillosa lección que nos dejó Jesús de hablar de cosas tremendas, con palabras llanas y directas, sin intentar ningún ejercicio de oratoria complejo y hedonista.
Aprendamos la lección del Hijo del Hombre, cuando habló con sencillez y humildad!
2 Corintios 1:12
Diego Acosta / Neide Ferreira