Para esta fecha determinada se anunciaron calamidades, ceremonias secretas, hechos catastróficos o episodios inéditos que resultarían asombrosos e inolvidables para las generaciones futuras.

Pero aquí estamos, sin que nada anormal haya ocurrido tal y como era de esperar, aunque para muchas personas esto represente un gran desengaño o una tranquilizadora seguridad.

Lo cierto es que este tipo de situaciones revelan hasta qué punto la frivolidad en la que vivimos nos facilita la posibilidad de preocuparnos o despreocuparnos con cuestiones como estas profecías.

Todo lo que ocurrirá y todo lo que los hombres debemos de saber está contenido en la Biblia y todo lo que se nos ha revelado resulta que es lo bueno que debemos conocer.

Todas las demás cuestiones son propias de mundanal frivolidad que da por cierto todo lo que se comenta, aunque nadie sepa muy bien de donde provienen ciertos comentarios.

Tampoco nos preocupamos mucho por saber cuáles son los propósitos que se esconden tras estos catastrofismos tan anunciados y que después olvidamos con la misma rapidez con que los aceptamos.

Debemos ser sabios y escudriñar todo aquello que escuchamos para que no nos perturben las falsas profecías ni nos aparten de lo que es real y verdadero: La Palabra de Dios.

Estamos en el tiempo en el que los falsos profetas proliferarán más que nunca, por eso el SEPTIMO MILENIO tiene que ser también un tiempo de reflexión para no dejarnos arrastrar por todas las tormentas que se avecinan. Ud. que opina?

Diego Acosta García