Hace poco tiempo comentábamos acerca de la necesidad imperiosa de recuperar los símbolos que identifican nuestra creencia. Entre ellos, mencionábamos el Arco Iris y sus colores.
Esta impresionante demostración de Amor del Eterno hacia los hombres, está siendo utilizada precisamente por quienes se niegan a vivir según sus normas. O incluso, hasta niegan su propia existencia, con sus comportamientos.
La defensa de la ambigüedad, de la diversidad, nos está llevando por el camino por el que se abandonan los principios bajo los cuales debemos vivir. Nuestra tolerancia, nuestra comprensión, nos alejan cada vez más del Creador.
Ahora se suma a esta compleja situación la aparición de una BIBLIA para ateos… Escrita por un musulmán que según dice ha abandonado su religión y plantea una alternativa diferente, bajo el Sagrado Nombre.
Siguiendo con el pensamiento conductor de este comentario, nos preguntamos: Que ocurriría si escribiéramos un Corán para ateos? Seguramente seríamos calificados de perturbadores, de atentar contra la fe de los musulmanes.
Lo notable es que el caso pero al contrario, no provoca ninguna reacción ni siquiera de quienes nos llamamos hijos de Dios. Pareciera que nuestra capacidad para diferenciar lo bueno de lo malo, ha dejado de existir.
Volvamos a preguntarnos: Qué ocurriría si alguien escribiera un Corán para ateos?
Frente a esta situación es necesario dejar de comportarnos bajo los disfraces de la tolerancia, la comprensión, el respeto y obrar como debemos obrar. Si alguien se permite escribir una BIBLIA para ateos, lo debemos denunciar.
Sin tibiezas, sin aceptar las zonas grises, sin dobleces, sin nada que signifique la renuncia a la defensa de aquellos conceptos fundamentales, de los cuales se supone que somos sus depositarios…
Esta es la hora y este es el tiempo. Que cada uno asuma sus responsabilidades. Pero nadie debe olvidar que esto nos será reclamado en el momento del Juicio, que será personal y sin ninguna clase de excusas.
Diego Acosta