En estas horas especialmente en América se está comentando el fallecimiento de quién fuera presidente de Venezuela, víctima de una larga enfermedad.
No es el momento de herir ningún sentimiento ni de abrir juicio sobre lo realizado, puesto que en estos momentos de tan alta sensibilidad todo lo que se diga puede ser mal interpretado.
Pero sí entendemos que es el momento de la reflexión, acerca de la importancia que tenemos los hombres en la vida de las naciones y especialmente en su futuro.
Ningún hombre será lo suficientemente importante como para que trascienda su propia muerte. Por esta razón consideremos que el hecho natural del fin de la vida, forma parte de un proceso inexorable.                                                                                                            Por eso tal vea sea la hora de la sabiduría.
Recordemos todo lo que el muerto ha hecho en su vida y saquemos nuestras conclusiones. Algunos lo recordaremos por su desafío: Yo te maldigo Israel.
Todos los hombres nos enfrentaremos al único Juicio verdadero y todos tendremos que responder por nuestros hechos. Pensando en ese momento, oremos porque el Señor tenga misericordia!

Diego Acosta García