Al margen de las consideraciones que son propias de la realidad interna del país, la reelección del mandatario provocó múltiples opiniones en el resto del mundo.
Podría decirse que en forma casi unánime se puede detectar un sentimiento de alivio con relación a quién será el hombre que dirija al país más poderoso del planeta.
Puede plantearse la cuestión de si estos sentimientos se relacionan con el candidato republicano y las expectativas que había generado y la incertidumbre que había provocado.
También podría plantearse la otra posibilidad, es decir las certezas que Barak Obama puede transmitir al mundo en un momento de tantos y difíciles problemas.
Parece haber prevalecido en la mayoría de las opiniones esta segunda opción, ante la posibilidad de tener que esperar a un nuevo presidente y sus decisiones y que rumbo podría haber tomado.
Lo cierto es que la inmediatez de las soluciones es tan grande, que la continuidad de Obama como Presidente, puede traer una dosis mayor de tranquilidad a un planeta pleno de interrogantes.
Corresponde orar por los gobernantes según lo establece la Palabra de Dios, sabiendo que es nuestra obligación pedir sabiduría y templanza para que sean eficaces gestores y administradores de justicia.
Press SM – Diego Acosta García