Generalmente usamos con mucha facilidad el término… bendiciones. Pero también generalmente con esta palabra estamos demostrando afecto, interés y por supuesto, la intención de bendecir a quién hablamos.
Es importante que le demos a la palabra bendición su verdadero significado para que no se transforme en un mero formalismo o simplemente una forma de saludarnos.
En el mismo sentido debemos de tomar en cuenta como hablamos. No nos referimos a que utilicemos maldiciones sino a considerar como es que hablamos cotidianamente.
En el mundo se utilizan frases hechas, modismos que tienen determinados significados y también se utilizan palabras o palabrotas que deberían estar descartadas por completo de nuestro vocabulario.
Por poco creíble que parezca nuestra forma de hablar es también nuestra forma de expresar que somos creyentes, con las consecuencias que esto tiene en nuestra responsabilidad de evangelizar.
Por tanto tengamos en cuenta que el bien-decir nos aproxima al modelo que debemos de imitar que es el del Señor Jesús, que siempre utilizó su forma de hablar para transmitir mensajes claros y contundentes.
No nos confundamos con las formas del mundo y cambiemos nuestra forma de comunicarnos. Hagamos del bien-decir… una forma de evidenciar que somos hijos de Dios y que lo demostramos, hasta hablando.
El bien-decir es Obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.