A medida que transcurren las horas el número de personas muertas se incrementa, provocando la consternación mundial.
El pequeño país que tiene en su geografía a algunas de las alturas más prominentes del planeta, muestra también las condiciones de extrema pobreza en la que vive gran parte de su población.
La imprevisión sumada a la falta de recursos provocaron que no se adoptaran las medidas necesarias, para que las construcciones tengan los márgenes de seguridad que son propios de las zonas de riesgo sísmico.
Nepal está completamente desbordado por la magnitud de los movimientos que se registraron a partir del sábado y sus continuas réplicas.
El comienzo de la temporada de las escaladas a las grandes cimas, generó también la gran cantidad de muertos de distintas nacionalidades, principalmente en la zona del Himalaya.
Los grandes aludes arrasaron los lugares donde acampaban cientos de hombres y mujeres que un año más, estaban dispuestos a afrontar el reto de las alturas.
La ayuda internacional es incesante pero pareciera que resulta escasa frente a la asombrosa escala de los daños materiales que ha provocado el terremoto, atrapando a miles de personas en los escombros.
A las vidas humanas se suman pérdidas irreparables del patrimonio cultural del país. El drama, lamentablemente, todavía no tiene final.
Oremos por Nepal!
Oremos por quienes arriesgan sus vidas en misiones humanitarias de ayuda!
Diego Acosta