Este puede ser uno de los grandes interrogantes que se plantea la sociedad Occidental ante el terrorismo islámico.
Un debate que tiene múltiples perspectivas, pero que a fuerza de reducir los argumentos, podríamos sintetizarlo en cuestiones elementales.
Precisamente el cambio de las conductas de la sociedad libre, es una de las pretensiones del terrorismo. Por tanto debemos abandonar las posiciones cándidamente tolerantes, para comenzar a llamar a las cosas por su nombre.
Acaso no hay un barrio en Bruselas donde se han refugiado los terroristas islámicos?
Por qué nadie de ese barrio denunció a quienes viven al margen de cualquier forma razonable de pensar y de practicar su fe?
Por qué se sigue manteniendo la doble nacionalidad en los casos de flagrantes violaciones de las normas civilizadas?
Por qué no se reclama un categórico pronunciamiento de las comunidades islámicas en Occidente contra el terrorismo?
Por qué debemos aceptar el victimismo de quienes claman por la islamofobia, pero se resisten a condenar el terrorismo islámico?
Tal vez debamos cambiar el eje del debate y abandonar toda forma prejuiciosa de enfocar la realidad. Sin temores y sin complejos.
Diego Acosta